lunes, 27 de abril de 2009

LO ADREDE ¿MERECE EL PERDON?

“SOY UN SER HUMANO Y PIDO PERDÓN…”

La verdad es que la situación no dejó de llamar la atención de nadie. Sobre todo al tratarse de Lugo, Presidente y ex Obispo Paraguayo a quien le costó mucho en apariencia dejar su ministerio en la Iglesia Católica y cuyo caso trascendió las fronteras de su diócesis, su país y el continente ya que debió merecer la atención del propio Vaticano, al presentar la intención de su postulación electoral a la Presidencia del Paraguay.-
Su paternidad aceptada a regañadientes primero, pero aumentada progresivamente luego por la aparición de por lo menos otros dos casos verosímiles de mujeres que declaran haber sido sus amantes mientras ejercía su ministerio y voto de castidad, una de ellas evidente menor de edad (entre otros varios que deberán ser comprobados también), sacudió el ambiente periodístico mundial y se transformó en la comidilla cotidiana de varias sociedades y entre ellas la nuestra.-
Prueba de ello es que viene siendo materia de comentarios y reflexiones desde hace varios días en casi todos los medios de comunicación y en la interacción de sus lectores y radioescuchas.-
La mayoría de los comentarios refieren “a la violación de sus votos de castidad” y en sentido inverso, “a su necesidad sexual humanamente castrada por una Iglesia” que parece que la gente supone que no le advierte a nadie de esa exigencia antes de tomar sus hábitos.-
Privada y sectorialmente, señalan el sostenimiento durante tantos años de una enorme mentira hacia sus fieles a quienes realmente predicó con el “hagan lo que yo digo y no lo que yo hago” ¿verdad?.-
Los más serios, se refieren a su irresponsabilidad en la no asunción de sus deberes como padre, aprovechando vacíos legales aparentemente existentes y muy notorios en la legislación paraguaya sobre paternidad y minoridad, que supo aprovechar aún contra toda moral porque no es macho y no es de hombres el hacerlo con una mujer sino afrontar las consecuencias. Y su cobardía le hizo no asumirlo para no perder sus prerrogativas y prebendas con las que sin dudas estaba más que cómodo.-
La reciente afirmación que motiva el título y que concluyó en que no pensaba renunciar por mentirle de esa manera a la sociedad paraguaya, me llamó a la reflexión por el sentido banal en que fue realizada disfrazando demagógica y falazmente no un pecado hasta más o menos habitual en toda sociedad y al alcance de cualquier mortal, sino por la desvalorización de las consecuencias de un acto que además grafica una concepción moral que no debería haber acompañado nunca a quien fuera obispo de una Iglesia.-
Lo señalo de esta manera, porque a Lugo los paraguayos lo votaron por su moralidad, por el aire fresco, ético y honesto que representaba e hizo creíble su propuesta de terminar con tantos años de gobiernos corruptos del mismo signo, que acusaba la misma sociedad que lo votó.-
Hoy, se manifiesta tan corrupto, falaz y deshonesto como aquellos a quienes derrotó en las urnas. Incluso más porque los anteriores jamás prometieron la ética y moralidad que a él lo llevó a la primera magistratura al ser creído y creíble para una enorme mayoría de paraguayos
escudándose en la confesión mayoritaria de ese país. En mi opinión, aprovechó el lugar y las circunstancias que lo rodeaban para obtener ventajas personales (con las mujeres que confiaban en su carácter e investidura) por un lado y políticas (por lo que su imagen y el entorno que encarnaba) por el otro. Éste y no otro, me parece es el centro de la gravedad moral que rodea los actos de Lugo.-
Su renuncia o no, corresponde a los paraguayos, que deberán definir qué tranquilidad les da una persona que ha mentido durante toda su vida sin importar el daño ocasionado y ahora les debería cumplir por lo menos algo de lo que dijo en una campaña ¿no? Porque encima hasta ahora, según el periodismo…… nada, salvo rimbombantes declaraciones. ¿No formarán parte de las bocanadas de aire fresco que van a inundar Latinoamérica como alguien dijo por allí?

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