miércoles, 30 de julio de 2008

EL PELIGRO DE CONFUNDIR Y CONFUNDIRSE

DECISIONES POLÍTICAS SIN ASUMIR Y OTRAS “MUY NECESARIAS” SATISFECHAS

Me parece conveniente tratar un tema de absoluta actualidad, para ayudar a despejar conceptos erróneos que minan o pretenden hacerlo, el concepto general y habitual de convivencia ciudadana que reconocemos y compartimos por lo menos (todavía) en la sociedad. Comenté en El Catalejo TV hace unos programas, determinadas confusiones de conceptos que llevan a conclusiones y actitudes erróneas y que me fueron señaladas en el contestador del programa. Allí me fustigaban o felicitaban según el caso, por no aceptar las usurpaciones y necesidades de la gente, supuestamente avalando en cambio (cosa que no hice) la compra de tierras de extranjeros (¿?) o de titulares que no hacían nada en los terrenos desde hace más de 20 años y deben 10 de impuestos (que tampoco señalé) y por supuesto tolerar el negocio de las inmobiliarias, verdaderas responsables demoníacas de lo ocurre con el tema en la ciudad.-
Me parece conveniente analizar despaciosamente la confusión: a) ¿Qué tienen que ver la compra de tierras por extranjeros en la región, con el robo de tierras mediante la usurpación? Sobre el primer tema, me parece que tenemos que partir del hecho que es un Argentino cualquiera el que vende, lo hace porque quiere, porque no puede atender la propiedad o por lo que sea, pero es su derecho como dueño, como propietario y lo hace a través de las leyes que lo avalan para hacerlo. Ese es el mismo ordenamiento legal que también le permite al extranjero comprarlas. Ahora ¿está bien? Si creemos que ello no debiera ocurrir o no se debiera permitir, es harina de otro costal. Costal que no es culpa ni del que vende, ni de la inmobiliaria que se lo facilitó ni del que compró porque en todo caso, está todo de acuerdo a la ley y si la enorme mayoría de ciudadanos no coincide con este ordenamiento legal, debería procurar que el Parlamento esté formado por legisladores que piensen de esta forma para que cambien esa realidad, cosa que evidentemente no ocurre.-
Sobre esta realidad suelen enancarse diversos argumentos que pueden concluir por ejemplo, en tomar la vivienda que se pueda para satisfacer una necesidad como ocurriera en las 120 del IPPV. En este segundo aspecto, más allá de compartir la solución a la que se arribara (y que por suerte evitó el uso de la violencia) la injusticia de la desigualdad debe enfocarse o dirigirse a los verdaderos responsables y el verdadero en la necesidad de viviendas, es uno sólo: la ineficiencia del estado y los funcionarios que lo encarnan y consiste en no generar las que se necesitan. Pregúntese: ¿No bajarían los alquileres si las 10.000 personas que están buscando fueran sólo 1.000 y las 100 viviendas disponibles fueran en realidad 1.000? ¿Hace cuánto que más allá del discurso, en Bariloche no se han generado las tierras para establecer los planes federales que tenemos demorados? Por eso es tan útil como herramienta esta declaración de Emergencia Habitacional tan demorada.-
Una de mis profesiones es la de Martillero Público y me cansé de sugerir a las diversas gestiones municipales que en lugar de cobrar las deudas en los remates, se compensara con el crédito para quedarse con los inmuebles. En la época del furor de las ejecuciones fiscales por deudas, hace unos 4 o 5 años, el Municipio remató (y no creo equivocarme) unos trescientos lotes, recuerdo que sólo en Península San Pedro fueron unos cuarenta en una sola jornada. A cuatro viviendas por cada uno saque la cuenta, sin embargo se privilegió el recupero de dinero para las arcas vacías que al final hoy siguen igual. Una decisión y opción política sin dudas, legítima, legal y con todas las facultades para tomarla pero de la que alguien debe hacerse cargo a la hora de tratar este problema y esta necesidad.-
No hay nada más peligroso que simplificar, generalizar y mezclar, en su lugar hay que analizar con la mayor puntillosidad posible las situaciones. Es una actitud fascista la intolerancia, la prepotencia, el anonimato y la generalización. La ignorancia en cambio es un pecado capital generado por quienes encarnan la responsabilidad del estado, al que muchos contribuyen lamentablemente ayudando a demorar las soluciones a un problema imperioso. Nadie puede hacer justicia por mano propia ni creerse único intérprete de esa justicia, tomando por la fuerza lo que necesita. La necesidad si no es por riesgo de vida o por hambre, no justifica un delito y esto es lo que se está trastocando porque el imaginario popular puede equivocarse al suponer que la necesidad lo avala. Lo peligroso es escuchar a veces algún dirigente que pretende erigirse en intérprete de esa necesidad, y que sólo puede avalar la acción únicamente por irresponsabilidad y demagogia. Porque no será él quien deba afrontar las consecuencias y así como apareció, desaparece.-

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